23 de outubro de 2012

Líderes para uma Nação

Escrito por Pastor Otoniel Font el martes, 23 de octubre del 2012.

Tú fuiste llamado a influenciar al mundo, no a que el mundo te influencie a ti. Eso no quiere decir que te vas a aislar, que no vas a ir a trabajar, que no vas a tener amistades o conocidos, o que no va a haber personas en tu vida que estén fuera de la iglesia, fuera del Señor, sino que vas a tener cuidado con quién vas a entrar en relación, en pacto, en conexión, en acuerdo, en negocio; porque una mala relación, una firma mal dada, puede acabar con toda tu vida.

Una mala conexión puede destruir el plan y el propósito que Dios tiene para ti.

Abraham baja a Egipto, en un tiempo de necesidad, y dijo que su esposa, Sarah, era su hermana. El rey se la llevó, pero Dios le advirtió al rey que Sarah era esposa de Abraham. Sarah regresa con Abraham, el cual sale de Egipto, enriquecido. Pero también sale con Agar, quien se convirtió en uno de sus mayores problemas. Tal pareciera que, cuando Abraham salió de Egipto, salió bien, pero se llevó una relación que, más adelante, le costó trece años de creer que aquella mujer le había dado el hijo de la promesa.

Es muy triste vivir toda una vida engañado, de que tienes, con alguien, algo que tú piensas que fue lo que Dios te iba a dar, y no es más que una ilusión de lo que Dios te iba a dar, simplemente porque te conectaste con la persona incorrecta. Si saliste de Egipto, pero saliste llevando una relación incorrecta, pones en peligro el plan de Dios para tu vida.

Cuando Abraham sale victorioso de la batalla contra cinco reyes, se conectó con Melquisedec, aquel que ejemplificaba lo que es ser un rey; pero Abraham no estaba buscando ser un rey, porque Abraham, por su conquista, había llegado a ser rey. ¿Qué vio Abraham en Melquisedec que no vio en los demás? Lo que a Abraham le faltaba era poder manifestar la gloria de Dios. Por eso se conecta con aquel que, no tan solo era rey, sino que era también sacerdote.

Dios quiere que tú llegues al nivel en tu vida en que puedas expresar la gloria de Dios.

A través de la historia de la iglesia, nos hemos menospreciado los unos a los otros. La iglesia ha contribuido al menosprecio del don y del llamado que Dios les ha dado a ciertas personas. La iglesia siempre ha querido convertir a la gente en ministros de una institución local. La iglesia quiere sacar a la gente del mundo, en muchas ocasiones, menospreciando el llamado que Dios les ha dado para impactar al mundo en el lugar donde se encuentran.

Si la iglesia entendiera que sus miembros, sus líderes, son gente capaz de influenciar al mundo, desde el lugar en el que se encuentra, tendría mayor progreso, podría alcanzar cosas más grandes. Pero, en lugar de esto, te sacan del lugar en el que te encuentras, sacándote del lugar donde Dios te quiere, para ponerte en el lugar donde ellos quieren. 

La meta de una iglesia no debe ser hacer líderes para la iglesia, sino hacer líderes para la nación.

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